Sopa de Pollo para el Alma Inquebrantable: Relatos que inspiran para vencer los desafíos de la vida (Chicken Soup for the Soul) (Spanish Edition) [Paperback] review
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Jack Canfield and Mark Victor Hansen are professional speakers who have dedicated their lives to enhancing the personal and professional development of others
Heather McNamara is the senior editor of the Chicken Soup for the Soul series.
Estaba yo sentada ante la mesa del comedor, firmando la carta más difícil que jamás hubiera redactado. La carta iba dirigida a la madre biológica de mi hijo Luke. No era la primera vez que trataba de ponerme en contacto con la mujer cuyo nombre desconocía. Había enviado varias cartas a lo largo de los años con fotos de Luke, las que la agencia de adopción había aceptado entregar, pero nunca recibí una sola respuesta. Ni siquiera sabía si la madre de Luke había leído mis cartas.
'Por favor lea esta carta', rogué a Dios al doblar la hoja y deslizarla en su sobre. 'La vida de Luke puede depender de ello'.
Con cuatro hijos adolescentes, mi esposo Mark y yo decidimos que teníamos más amor para dar. Así que adoptamos a Luke, ahora de seis años, y dos años después a Matthew.
Cuando Luke tenía un año de edad, el pediatra le practicó una prueba sanguínea de rutina.
—Su hijo padece una enfermedad que produce células falciformes —nos informó el médico contrito.
—¡La gente se muere de eso! —exclamé, sintiendo que me ahogaba.
Un gen heredado de sus dos padres biológicos hizo que Luke naciera con los glóbulos rojos de la sangre defectuosos.
—Al crecer, es probable que Luke padezca anemia e infla-mación en las articulaciones con terribles dolores —explicó el médico—. Pero podemos hacer transfusiones mensuales de sangre sana para ayudar a Luke a mantenerse fuerte.
Agradecí a Dios por cada día de salud que Luke disfrutaba. Pero cuando cumplió tres años, se resfrió y surgieron problemas respiratorios. Lo llevamos al hospital de inmediato para que recibiera antibióticos vía intravenosa.
Luke presentó un síndrome agudo en el pecho. Grandes masas de glóbulos rojos falciformes obstruían las venas en los pulmones. El bloqueo impedía que la sangre recibiera suficiente oxígeno, lo que generaba más glóbulos falciformes, y esto producía más bloqueos, en un círculo vicioso que aumentaba peligrosamente en espiral y que es-taba fuera de control.
Yo sostenía la pequeña mano de Luke mientras un aparato de paso corazón-pulmones luchaba por elevar los niveles de oxígeno en su sangre.
Finalmente, Luke comenzó a recuperarse.
'Luke ha pasado por una experiencia en verdad terrible, pero ahora se siente mucho mejor', le escribí a la madre biológica de mi hijo, de la cual yo sabía, por la agencia de adopción, que era madre soltera con tres hijos, poco dinero y luchando por terminar su educación.
Después de la crisis, el médico de Luke aumentó sus transfusiones de una al mes a una cada tres semanas, pero esto sólo posponía lo inevitable. Pronto Luke regresó al hospital, luchando de nuevo por su vida.
Luke se recuperó de la segunda crisis, pero yo sabía que era sólo cuestión de tiempo para que mi hijo sucumbiera a su enfermedad.
—¿No hay algo más que podamos hacer? —supliqué a los médicos.
Entonces, el hematólogo de Luke nos dio noticias alentadoras.
—Existe la posibilidad de que el mal de las células falciformes de Luke se pueda curar con un transplante de medula ósea —nos indicó—. La nueva médula produciría glóbulos sanguíneos sanos que no llevarían la enfermedad.
Mi corazón voló a las alturas, pero aterrizó de un batacazo cuando el médico preguntó:
—¿Saben si Luke tiene hermanos?
Para realizar el transplante necesitaban localizar un donante compatible.
—Un hermano o hermana de sangre ofrecería la mejor opción para un antígeno compatible exitoso —nos explicó el doctor.
Me angustié por lo que tendría que hacer.
—¿Tengo derecho a pedirle ayuda a la madre biológica de Luke? —le pregunté a un consejero de la agencia de adopción.
—Luke es su hijo. Tiene derecho a hacer lo que sea para salvar su vida —contestó el consejero sin titubear.
Así que redacté una carta en la que describía a la madre de Luke la situación. '¿Podría considerar dar el permiso para que a sus hijos se les practicara una prueba como posibles donadores de médula?' Escribí. Introduje la carta en el buzón de correos, esperé y oré.
Dos semanas más tarde el hematólogo llamó.
—La madre de Luke llevó a sus hijos a la prueba, y acabo de recibir los resultados de su médico —exclamó, entusiasmado—. Uno de ellos es compatible cien por ciento, y está ansioso por ser el donante de médula de su hermano.
—Ella lo trajo a este mundo y ahora le da una segunda oportunidad de vivir una vida larga y feliz —comenté con Mark.
El transplante decisivo se realizó en el Centro Médico de la Universidad de Michigan en Ann Arbor. Luke recibió ocho días de fuerte quimioterapia para eliminar la médula ósea enferma. Entretanto, a muchos cientos de ki-lómetros de distancia, uno de los hermanos mayores de Luke se encontraba en un hospital local donde los médicos le extrajeron algunos mililitros de su médula ósea sana. El precioso cargamento fue enviado de inmediato a Michigan, donde el médico utilizó una simple inyección intravenosa para inyectar las células de médula, portadoras de vida, en la corriente sanguínea de Luke.
A las pocas semanas, las pruebas revelaron que la nueva médula ósea de Luke estaba surtiendo efecto y que ya producía glóbulos rojos sanos. Dos semanas más tarde Luke estaba listo para regresar a casa, habiéndose liberado para siempre de su enfermedad de células falciformes.
En una carta compartí la feliz noticia con la madre biológica de Luke, quien en esta ocasión contestó:
MHe escrito muchas cartas, pero nunca tuve el valor de enviarlas. Muchas veces he sentido que cometí un error, pero ahora sé que estaba en lo correcto. Yo jamás habría podido dar a Luke la atención médica que necesitaba. Ahora sé que se encuentra en el lugar correcto, donde Dios necesitaba que estuviera. Luke tiene dos familias que lo aman. Es un muchachito muy afortunado.
Creo que yo soy la afortunada. Veré a Luke crecer sano y fuerte.
Julane DeBoer
Como se lo narró a Bill Holton Sólo haz lo que puedas
Era un frío día de otoño cuando el granjero divisó al gorrioncillo acostado de espaldas en medio de su campo. El granjero dejó de arar, miró a la frágil criatura emplumada y preguntó:
—¿Por qué estás así, acostado boca arriba?
—Oí que hoy se va a caer el cielo —contestó el pájaro.
El viejo granjero ahogó una risita.
—Y supongo que tus escuálidas patitas van a sostener el cielo.
—Uno hace lo que puede —respondió el resuelto
gorrioncillo.
D'ette Corona
©2008. D'ette Corona. All rights reserved. Reprinted from Sopa de Pollo para el Alma Inquebrantable by Jack Canfield, Mark Victor Hansen, Heather McNamara. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system or transmitted in any form or by any means, without the written permission of the publisher. Publisher: Health Communications, Inc., 3201 SW 15th Street , Deerfield Beach , FL 33442.
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